lunes, 17 de agosto de 2009

Hell's Moth

Dicen por ahí que el ser humano es el final de la cadena animal, la punta de la pirámide. Se afirma que nuestro desarrollado cerebro es capaz de razonar y superar problemas complejos como ninguna otra especie. En fin, que somos el chicharrón que más truena.
Ayer comprobé que somos un organismo pobrísimo, chiquititititito. Una "sub"especie que es taaaaaan brillante, sumamente evolucionada, que permite que nuestro cerebro nos juegue sucio, y sea tan "chueco" el $#$""#%%& , que logra que la realidad se vaya de vacaciones por tiempo indefinido, y da entrada por la puerta grande a la psicósis y al pánico total.
Ayer viví una de las experiencias más terroríficas de mi vida. Algo parecido a ver a un avión de United viniendo de frente a mi escritorio, piloteado por un barboncito medioriental enturbantado con cara de way too many pills for breakfast, bueno. Ahora que lo pienso, estaba cercano a esto.
Ahí les va.
Estaba plácidamente en mi cama alrededor de la una de la mañana, después de haber aniquilado a un grupo de moscos que creo estaban ya listos para cenarme (maté a siete, y todos me veían desde el techo con cara de lechón tierno). Estaba ya entre medio despierto y medio dormido, en ese momentito en que yo al menos, pienso "creo que ya me estoy quedando dormido, ya como que no escucho" (bueno, ni en vigilia escucho, ¿verdad?). En eso, "CHAC CHAC CHAC CHAC" Lo primero que pensé fue que alguien se había metido en mi casa. Pero el ritmo era demasiado rápido. Ni que fuera un grupo de hobbits. "CHAC CHAC CHAC CHAC CHAC" de nuevo. Me asusté. De ese recóndito espacio de la mente donde se aloja el terror, me llegó a la cabeza mi peor temor. "¿Y sí es un bicho?" Abro un ojo, esperando no escuchar nada más, volteo como periscopio, y entre sombras, en el muro frente a mi cama... ¡¡¡UNA MARIPOSA NEGRA DESCOMUNAL!!!
Grité cual colegiala. Alcancé un tono tan agudo, que creí escuchar un perro a la distancia aullar, seguramente con los tímpanos hechos pedazos. ¿Qué hago? Lo lógico, claro. Que me tapo bajo las sábanas hasta la mollera.
Estuve buenos quince minutos deliberando que hacer, pensé por supuesto que esa cosa me iba a comer, que estaba volando encima de mí, esperando el momento para clavarme los colmillos y chuparme la vida (sí ya sé, las cosas esas ni dientes tienen, pero el terror infundado es cosa seria) Iba de un lado a otro de mi mente con tonteras como ¿qué hago? ¿cómo la mato? ¿salgo? "...qué calor hace aquí..." "mejor me duermo bajo las sábanas y ya mañana veo que hacer". Ya sé que están pensando todos. Como pensar en dormirme con eso ahí, seguro dormido me daría calor, me destaparía la cara, y en eso, esa cosa negra se iba a lanzar desde lo alto de mi cabecera a propinarme un infarto de magnitud aniquiladora, con cara de villana y riendo estruendosamente.
Decido salir de mi escondite. Me escurrí cual lombriz por la orilla del colchón, y gateando, salí de mi recámara.
Corro por una escoba (como me hubiera gustado tener un lanzallamas en el cuarto de lavado) Mientras iba, escuchaba como la mascota del Maligno seguía revoloteando por mi recámara. Decidí que no encendería una luz, todos sabemos como se alborotan. Tontas ellas, creen que es el sol. Llego a la puerta, y la veo por todos lados, rebotando y rebotando. Pensé en entrar y enfrentarla. Después de analizar que perdería seguramente la batalla, con la misma escoba, muy lentamente agarré la puerta y encerré a la méndiga.
¡Brillante!
Explico, la otra recámara del departamento tiene un balcón desde el cual se puede alcanzar la ventana de mi cuarto. Decido entonces, desde ahí, abrir la ventana, y que saliera la mariposa. Suena genial, lo sé. No me arriesgo a nada, mi miocardio intacto, cuerdas vocales sin lastimar por gritos sirenescos.
¿Pues qué creen? Error garrafal. La ventana tenía puesta el seguro. Claro, Murphy se rió hasta hacerse pipí. Yo, histérico.
NOTA: Mi moral me dice que no diga lo siguiente. Mi humor me pide que lo haga. Decidí dormir ayer "comando". En el pánico obvio no tenía tiempo de pensar en vestirme. Entonces cuando salí al balcón, Toño estaba con los kiwis al aire. Frente a mi casa hay un asilo para ancianos, y su larga fachada de recámaras da a mi fachada. Me imaginé a un ancianito con insomnio crónico caminando, tratando de recuperar el sueño (rezando el Rosario, por supuesto) cuando en eso "¡Santo Señor de los Monteros!" Un joven, con escoba en mano, tratando desesperadamente de abrir su ventana, y ¡DESNUDOOOOO! Una de dos: pensó que soy un exhibicionista de primera y ultra maniático con la limpieza, o que perdí el juicio y me creo bruja, listo para mi primer clase de vuelo en escoba. (Quiddich anyone?)
... CONTINÚA...

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