viernes, 13 de mayo de 2011

Siento el viento de cambio soplar...

Estoy de frente mirando mi presente transformarse en futuro y en pasado a cada instante. Constantemente me percibo volteando la mirada y el alma hacia atrás mientras suspiro, y solo puedo observar como ya es un pasado lo que apenas he pensado segundos antes, pero igual suspiro ante la expectativa de lo que hoy es futuro y está por llegar.

Mi vertical es firme, y mi paso seguro, pero debo de mirar hacia abajo para no tropezar. Aunque sé y acepto que los tropiezos son válidos, ya que implican las imperfecciones del terreno de la vida que te sostiene. Caer es un accidente, y de suceder, reviso y curo heridas y me levanto, porque la vida sigue caminando, y quedarme sollozando o enojado, lamentándome ante el hecho no es una alternativa.

El orgullo no es opción, bajar la mirada implica humildad, no debilidad. Saber dónde darás el siguiente paso es importante, para así no llevarte la sorpresa de un vacío en tu caminar.

Una brisa besa mi rostro, y lo acaricia. Me llena de aliento y me siento nuevo a cada respiración. Este viento ligero tiene un olor distinto. Huele a cambio. Ese olor que a muchos da miedo y retroceden. Otros toman el miedo, y lo transforman en valor. Y para otros ese olor es adrenalina que los impulsa hacia adelante. Hoy para mí es gasolina pura, ya que he permanecido estático esperando que llegue un empujón. En este instante tengo algo claro, el empujón no provendrá de terceros, soy yo el que tiene que darse la palmada en la espalda, jalar una bocanada profunda y nueva, para que confiando en qué y quién soy, dé el paso y a iniciar el movimiento nuevamente.

En ese pasado que de vez en vez me hace suspirar, tengo claro que en varias ocasiones me detuve cuando ya estaba con el cuerpo en movimiento por factores que no debían haberme anclado. Es hora de impulsarme hacia adelante, y no detenerme, ya que lo único que está frente a mí son mis sueños, mis anhelos y mis metas, y aunque tome tiempo, esfuerzo y tropiezos, llegaré a cada uno de ellos y los realizaré, sin importar el desenlace de cada uno.

Es mi momento, tengo la fuerza física y mental, y una clara determinación de lo que debe ser y debo hacer. Y no permitiré que nada me desaliente, mantendré la guardia arriba, para no recibir desprevenido un golpe que me tire de nuevo. Y si he de caer, será solamente porque era un golpe certero y digno de aplaudir.

¿Saben qué? No espero no recibir golpe, porque de cada caída he aprendido en mi vida, y ahora, sabré conscientemente observar porque caí, aprenderé y seguiré, porque por sobre todas las cosas, continuaré peleando y moviéndome, ya que la batalla de la vida no tiene rounds, no tiene límites. Sé pelear, respirar, y recibir golpes, pero sobre todo sé observar mis errores, para siempre seguir. La tenacidad es una de mis virtudes, y la llevaré sabiamente.

Existe una realidad, y esa es que no hay ganador y/o perdedor. Solo hay un ganador, y es uno mismo, siempre y cuando sepas que en ese horizonte infinito que es la vida, vivir es tomar decisiones y seguir viviendo sobre ellas. Y hoy, es momento de vivir.