miércoles, 20 de enero de 2010

Okh... ¿qué?

¡Cómo he querido a veces cambiarme el nombre! (mentira, jamás lo haría...) Mucho me he puesto a pensar qué sencillo sería llamarme González, Sánchez, Gutiérrez, Mendoza, Hernández, Palacios, Martínez, Monroy, Fernández o cualquier otro apellido sumamente común en nuestro país (a los presentes que lean esto, por favor, no lo tomen como ofensa. Aunque su apellido es más común que una mosca en El Cairo, para mí todos ustedes son especiales y particulares) O apellidos no tan comunes, pero cortos y sencillos de entender al escuchar. Apellidos como Islas, Casas, Rosas, Rojas… la lista sigue. Apellidos que con solo decirlos la gente entiende, y escriben sin dudar.

He vivido toda mi vida (así como tantísimos otros de mis dos familias) constantemente teniendo que hacer pausas y aclaraciones cuando realizamos un trámite y leen ese conjunto de letras que forman palabras y que son nuestro particular nombre, cuando nos vocean como parte de una lista, toman asistencia en la escuela, o tiene alguien la osadía de llamarnos por teléfono para ofrecer artículo vario y por reglamento tienen que decir tu nombre completo (así como por decencia y por estar seguros de con quién están hablando claro...)

¿Comienzan a entender por dónde voy?

Primera aclaración. Mi primer apellido no es nombre, es apellido. No soy el único del mundo con ese apellido. Hay además ejemplos de gente conocida: Ernesto Alonso (aunque su nombre real era Ramírez), Fernando Alonso, el corredor de Fórmula 1, y yo (jajaja sí Toño, ¡claro!) Además, por experiencia he visto que siempre es necesario realizar la aclaración que se escribe con "s", no con "z". De acuerdo, esto lo entiendo, se escribe de las dos formas, y es tanto nombre como apellido.

Mi hermano cuando era niño, practicaba tenis constantemente y jugaba todo torneo que hubiera. Recuerdo en un torneo en Puebla, que mi papá salió como alma que lleva el Diablo a reclamar a los organizadores del torneo la deshonra de su nombre. Alguien tuvo a bien poner en el draw: (apellido materno), Carlos A. (como nombre compuesto) Todavía río sin control de acordarme como se montó en pantera mi papá. Cumplió su objetivo, corrigieron el nombre de mi hermano en papel. Muy divertido la verdad. Algunos de sus amigos tenistas de otras partes de México se referían a él como "CarlosAlonso" (one word).

Ahora, no entiendo a las personas que nos conocían como familia, de nuevo a modo de ejemplo, en el mundo del tenis. Mi hermana también jugaba. ¿Realmente creerían que se llamaba DanielaAlonso (...nombre compuesto...)? Seguramente algunos juzgaron erróneamente a mis papás con cara de "¡Qué poca madre tuvieron, le han arruinado a su hija la vida como semejante nombre! (¿o creerían que se quería dedicar a la farándula, y seguía los pasos de Ana Gabriel?) Todo eso me ponía a mí todavía en un mejor peldaño, porque entonces yo tenía la mala pata de tener no uno, no dos, TRES nombres "JoséAntonioAlonso" jajaja. Esto ya quedó como confesión: me llamo José Antonio, ¿y? (pocos saben de esto, y si riegan la noticia, los perseguiré y pagarán las consecuencias) Digo, conozco casos de 3 nombres o hasta más, pero en mi opinión es totalmente ridículo que hagan eso… María del Consuelo del Sagrado Corazón de Jesús… zzz! ¡Ni cabe en un formato oficial! Para que terminen diciéndole “Chelito” (¿really?)

Y ahora viene el bueno, mi apellido materno. Cuando nos hemos atrevido a decirlo sin detenernos y a quemarropa a desconocidos, inequívocamente nos ven con cara de bicho raro, o como dicen "con cara de guat" (what). Piensan que estornudamos (un asiduo lector de este espacio justo ayer me hizo la bromita, y tenía que mecionarlo… sí, ¡sabes quién eres!) o creen que les mentamos la madre. Y siempre, ahí sí siempre, nos piden que lo repitamos, pero d e s p a c i t o por favor.

Aclaro una cosa: me encanta mi apellido. Lo presumo a los cuatro vientos. Estoy muy orgulloso de él, es parte de quien soy, es original y muy difícil de olvidar (fonéticamente hablando claro). Ortográficamente, quien lo recuerda a la primera, merece un aplauso. Todos los que nos llamamos como yo somos, en mayor o menor rango, familia en este país (más de 300, gracias a un tío que parece se encomendó a poblar la sierra de Jalisco).

O k h u y s e n. ¿Perdón? ¿Cómo? ¡La tuya! ¿Me podría repetir? ¿Se encuentra bien? Está bien, lo reconozco, leído sí cuenta con un reto automático. Son letras que en el castellano no estamos acostumbrados a utilizar. La "k" solamente en derivados del Kilo o con palabras anglosajonas por ejemplo. Aprovecho para declarar mi total oposición al creciente número de personas que están aniquilando al idioma, y ahora escriben "Kiero, Ke, Keso..." (si saben de alguno de estos huevones/ desertores me avisan, porque tengo la cruzada personal de aleccionarlos a como dé lugar para que respeten el uso de la Q con su inseparable U)

De origen holandés, su pronunciación real es "Okkkjjjausen" (si no carraspeas entre la "k" y la “j” (h), no está bien pronunciado, ¿eh?). Pero mi bisabuelo, primero de nuestra línea genealógica en poner pie en este país, tuvo la iluminación divina de darse cuenta que sería un problema la pronunciación para los oriundos, y se dijo "Bueno, que se diga como se lee en el castellano, y problema resuelto". (personalmente se me hizo una buena idea) Entonces, lo pronunciamos "Ocuisen". Sencillito.

¡Sí, ándale, cómo no! Bueno señor@s, ¡no saben lo que es! Recuerdos abundan desde chamaquito. En la escuela sabía perfectamente que me llamaban a mí, porque llegaban a mi nombre el primer día de clases y "Alonso Oooooo... (no pasaban de ahí)" "Alonso Ok....¿iusen? ¿Lo dije bien?” “Noooo miiiiiss, es Ocuisen" "Ok... ¿aisen?" (hago nota de las interrogaciones, porque siempre dudaban, ¡siempre!) "Alonso ... eeeeh… ¿perdón como se dice esto?" Era de risa, y a la vez de mucha desesperación. Ya había ocasiones en las que volteaba con ojo a media asta ya con la mano cansadamente levantada con el automático y aletargado "Ocuisen miss..."

Evidentemente, toda persona que he ido conociendo a lo largo de mi vida ha preguntado "¿Cómo se dice? (si lo leen), "¿Cómo se escribe?" (si lo escuchan) y "¿De dónde es?" Ya es parte del paquete. Por supuesto ha habido quienes se han aventado la puntadita de decir "¿Holandés? Pensé que era japonés..." (para matarlos lo confieso, ¿será por el "sen" del final, la “k”, la “h”, o tal vez la “y”? Me vale maní...)

Ya no tan niño, me di cuenta que lo mejor que podía hacer, era ahorrarnos a todos tiempo y confusión. Entonces, si tengo que decir mi nombre completo al momento de llegar al segundo apellido interrumo con "le deletreo el segundo apellido: O de Oscar, K de Kilo, H de Hortencia, U de Uña, "i" griega (me he topado con quien escribe “i griega”, ¡lo juro!), S de Samuel, E de Ernesto, N de nada”. Asumo que cada quien en mi familia utiliza distintas palabras para lograr el objetivo, pero segurito, todos hacemos lo mismo. Mi madre y hermana son bien …uleras, porque dicen: “O… K de kilo, ache, u, igriega (one word), ese, e, ene” No les entienden, es de esperarse.

Hace tiempo me di la tarea de aprender el modo en que dicen en ámbitos aeronaúticos y militares las letras. Y ahí iba yo “O…scar, K…ilo, H…igo (u H…otel), U…nión (o Uniform), Y…ankee, S…ierra, E… co, N…éctar (o N…ovember) Seguro me odiaron mucho pensando “¡Ah, qué mam…n!”

¿Para qué cansarnos de más con primero decirlo como va, para que A HUEVO lo tengamos que posteriormente deletrear, y ya luego decirlo corridito? (ya una vez que lo deletreamos, y lo decimos, el que lo anotó sigue las letras y seguro piensa "aaaaaaaaah, clarooooo…” (¡se dice como se escribe!)

Cuenta la leyenda que tenía una tía (nunca la conocí) que se casó con Fulanitodetal Oldendorff… ¡WOW! Primero, reconocer que la combinación de nombres de sus hijos es espectacular, parece de la realeza europea (sí, ¡péguenme por sangrón!) Pero segundo, qué pereza más grande pensar que tenían seguramente que deletrear los dos apellidos. I n t e r m i n a b l e…

Sé que no estoy solo en esto en el mundo. Muchos somos los que tenemos que sufrir a donde quiera que vayamos con este tipo de desgaste. La cultura y los orígenes de la gente se han mezclado hoy en día tanto, que es imposible que vivamos con estas aclaraciones. Somos una raza que dominó el lenguaje, y son tantos los idiomas, dialectos y lenguas que se hablan en el planeta, que raro es quien hoy no tenga apellidos en su haber distintos al idioma del país en donde viven.

Pero esta mezcla ha generado enriquecimientos en varios niveles. Tradiciones y modos de vida que se han intercambiado de país a país por generaciones, o que inician apenas una línea familiar el día de hoy en un lugar antes ajeno a sus antepasados. Es la mezcla de hoy día la que hace que seamos un mundo tan rico, y que constantemente se sigue enriqueciendo por esto (y por la globalización por supuesto).

Sigamos mezclándonos. Inevitablemente, tendremos que detenernos en nuestros apellidos “exóticos” para explicar sus partes y su origen (además, es un buen rompe hielo cuando conoces a alguien). Yo por lo pronto me despido, sabiendo que tendré que seguir haciéndolo constantemente, pero sumamente orgulloso de mi nombre y mi origen.

Pero más orgulloso estoy de quien soy, y hacia donde me dirijo, con mis nombres y apellidos.

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